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viernes, 19 de noviembre de 2010

Historias del Universo II

Escuela Kryon
Canalizado por Sabine Sangitar
Octubre de 2010

La información de estos cuentos emana de la Realidad Divina, pero estas piezas de información que he recibido del mundo espiritual han sido usadas para crear amables relatos.
Me hace muy feliz escribir estos cuentos para vosotros. Y deseo que tengáis la misma felicidad al leerlos.
Sabine Sangitar

El Señor Burtle

Entre los espíritus de la naturaleza hay diferentes razas. Ya habéis oído de elfos, duendes y hadas, para sólo nombrar unos pocos. Pero hoy me gustaría contaros una historia sobre un Burtle que se propuso conocer a los seres humanos. Lo llamaré simplemente Señor Burtle.
El señor Burtle nació hace unos 100 años y sus padres, el Señor Burtle padre y la señora Burtle madre, se pusieron muy felices cuando al fin nació el pequeño Burtle. Habían esperado largo tiempo el vástago, incluso varios siglos. Lo que tenéis que saber sobre esto, por supuesto, es que los Burtles llegan a unos 999 años de edad y se convierten en adultos a los 100 años de edad; o quizá nunca, uno realmente no lo sabe. En cualquier caso, la alegría fue grande cuando el pequeño Burtle nació un Sábado de primavera. Todas las noches, antes de irse a la cama, los Burtles iban a mirar el nido de su pequeño Burtle.
Mamá Burtle pensaba que era el más bello enano que hubiera nacido nunca. Especialmente sus pequeñas y dulces orejas y sus delgados dedos eran muy bonitos. Mamá Burtle pensaba que era el más bello enano de toda Enanolandia. Papá Burtle también estaba muy orgulloso de su hijo, aún cuando él pensaba que sus orejas se habían vuelto un poco grandes. Pero por sus dedos podrías decir desde ahora, que iba a ser un muchacho fuerte. Sin embargo, esto se lo guardaba papá Burtle para sí mismo. Ambos tenían grandes planes para el pequeño Burtle, después de todo él era algo especial y debería tener una mejor vida que ellos. Así que decidieron que el pequeño Burtle se convirtiera en un gran doctor, o aún mejor, en un profesor. Por supuesto que se casaría con la más bella mujer Burtle; y todos los enanos de Enanolandia mirarían al pequeño Burtle con admiración.
Pero todavía parecía que al pequeño Burtle no le interesaba en qué tendría que convertirse. Más bien le alegraba la gran botella de leche y miel que bebía con entusiasmo. Se desarrolló maravillosamente y era un enano muy curioso, lo cual no es nada especial pues todos los enanos son curiosos. El pequeño Burtle tuvo una maravillosa niñez y siempre fue el centro de atención pues durante décadas no se anunció ningún otro vástago. Así que pasaron los años y gradualmente el pequeño Burtle creció.
Sin embargo el pequeño Burtle tenía una rara afición. Le gustaba caminar por los bosques y en ciertos lugares, como decían los enanos, uno podía mirar a Burtle mirando hacia el mundo humano con curiosidad. Esto llegó tan lejos que el pequeño Burtle dejó el otro mundo y se ocultó en el bosque para mirar a los seres humanos. Esto causó a los padres gran preocupación, porque en lugar de jugar con otros Burtles, él miraba a los seres humanos. Tenéis que saber que la mayoría de los Burtles no piensan mucho en los seres humanos. Ellos pensaban que los seres humanos eran demasiado superficiales. Y de cualquier manera tenían muchos prejuicios contra los seres humanos. Seguro, había también espíritus de la naturaleza que se sentían atraídos por los seres humanos, pero los Burtles no pensaban mucho en eso.

50 años después
El pequeño Burtle vivía en una ciudad que estaba cerca del bosque. Él había pasado 50 años con los seres humanos y estaba decepcionado. Había observado muchísimos seres humanos. Pero desafortunadamente muy pocos podían verlo a él. Cuando hacía notable su presencia, la mayoría de ellos dudaban. La mayor parte del tiempo él estaba muy solo y tenía nostalgia de su hogar y de sus padres. Además pensaba que los seres humanos eran muy complicados; y mientras él crecía en Enanolandia, no entendía muchas de las cosas que hacían los seres humanos. Así, por ejemplo, muchos seres humanos tenían plantas en su patio o en su jardín, pero difícilmente alguno hablaba con ellas. Esto hacía sentir a Burtle muy triste; y pensó largamente sobre qué cosas malas debían haber hecho las plantas para ser ignoradas así por los seres humanos.
Burtle pensaba también que el amor humano era muy complicado. En Enanolandia el amor era muy simple. Os encontrabais, os amabais mutuamente y luego decidíais pasar una vida enana juntos. Nadie le ponía mucha atención a las apariencias. En lugar de ello, era más importante para los enanos que la vibración y la energía entre ellos fueran correctas. Los enanos no ocultaban sus sentimientos porque así no es como ellos son. Cuando amaban, lo mostraban. Temer al amor era algo que los enanos no conocían. Cuando Burtle estudiaba el amor humano estuvo cerca de desesperarse. Por mucho que tratara, no lo entendía.
También había descubierto que los seres humanos se preocupaban mucho por vivir en grandes casas. Frecuentemente un ser humano era juzgado por el carro que conducía, cuánto ganaba y qué tan elegantes eran sus ropas. No, eso no era así en el mundo de Burtle; y muy repentinamente entendió por qué los enanos se habían alejado de los seres humanos.
En Enanolandia todo era completamente diferente. A uno le agradaba que la casa fuera pequeña porque entonces los padres Burtle no tenían que limpiar tanto, algo que no les gustaba mucho. Usaban el tiempo para sentarse cómodamente con otros enanos y contarse mutuamente los últimos cuentos. Todos los enanos vestían las mismas ropas y no había ningún carro en Enanolandia. Para ser honestos, a los Burtles realmente no les gustaba caminar; y en consecuencia construían carruajes que eran tirados por lindos conejos. Pero los Burtles siempre estaban interesados en dar algo; y entonces siempre llevaban una bolsa llena de piedras preciosas o hierbas que siempre regalaban.
Burtle había visto suficiente y decidió regresar al hogar. Él estaba sólo caminando por el bosque y estaba triste. Pero repentinamente descubrió un ser humano que hizo algo que Burtle nunca había visto antes en los seres humanos. Éste ser humano hablaba con el espíritu de un árbol. Burtle se quedó sembrado en su sitio y escuchó. Pero repentinamente el ser humano volvió sus ojos hacia Burtle y dijo con naturalidad: "Hola querido enano. ¿Cómo te llamas?" Burtle respondió vacilante: "Yo... yo soy el pequeño Burtle de Enanolandia y salí para estudiar a los seres humanos". El ser humano se presentó como Félix y le dijo a Burtle que él había salido a estudiar a los enanos.
Estoy segura de que os podéis imaginar que ésa fue una larga noche. Félix se llevó a Burtle al regresar a su casa. Hablaron vivamente a lo largo de toda la noche. Félix le explicó a Burtle que entre los seres humanos sin duda hay unos pocos que son amables y de corazón abierto; sólo había que buscarlos un poco. Y los otros seres humanos también son amables, sólo que olvidan esto algunas veces.
Félix le dijo a Burtle: "Hoy voy a ir a una función. ¿Por qué no vienes conmigo? Verás cuán amables y agradables seres humanos hay". Burtle estaba todo excitado, porque también a él se le había permitido ir a un gran evento. Félix le dijo que allí había muchos seres humanos de corazón abierto.

En el aquí y el ahora
Burtle está fuera de sí de la alegría. Le fue permitido experimentar muchísimas cosas. En este festival había seres humanos que cantaban juntos y reían. Incluso hablaban con los ángeles, de todas maneras era algo natural para un Burtle. Pero él era percibido por muchos y los seres humanos hablaban con él. Sin embargo lo más importante para Burtle era que se dio cuenta de que allí había seres humanos que tenían Amor en su interior. En su energía él vio el color Azul-Dorado una y otra vez.

En el futuro próximo
Burtle estaba otra vez de regreso al hogar y estaba contento y feliz porque no solamente entendía mejor a los seres humanos, no, él incluso se había hecho amigo de ellos. Así que Burtle asumió como una tarea contarles a los otros de su clase sobre estos seres humanos. Él viajó por toda Enanolandia y dio charlas sobre los seres humanos, especialmente sobre los seres humanos que eran tan bellamente Azules-Dorados.
Burtle tenía talento para relatar historias; y donde quiera que estaba, se reunían muchísimos enanos y él adquirió una buena reputación. En la última fila uno siempre veía a mamá y papá, la señora y el señor Burtle. Uno oiría a la señora Burtle decir que ella siempre había sabido que su pequeño Burtle iba a convertirse realmente en un grande. El asunto del profesor prefería guardarlo para sí misma, sin embargo. Recientemente uno siempre vería a una lindísima señorita Burtle en la primera fila, que le guiñaba el ojo al señor Burtle como solamente lo hacen los enanos enamorados.
Después de muchas charlas del señor Burtle, los enanos se habían puesto tan curiosos que muchos de ellos se propusieron hacerse amigos de los seres humanos.
Fin.

Tradujo: Jairo Rodríguez R.
http://www.jairorodriguezr.com/

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